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Tengo una deuda (I)

Hoy me dedicaré a escribir, tengo una deuda con mi yo interno.

  • Tengo tu presencia en el deletreo de un poema y tengo tu cuerpo en los párrafos de una novela que no quiero darle fin.
  • Tengo una deuda con mi soledad y hasta que el silencio me aterre, dejaré que mis palabras sean un martirio para un vino y estos cigarros de olvido.

Tengo una deuda

Tengo una deuda con Dios.

Sacaremos los imposibles recuerdos

y que los pecados sean los que reclamen mi cuerpo moribundo.

Tengo una deuda con el maligno.

Derrotaremos las plegarias en versos malditos

y la soga al cuello

con los duende malditos

de un infierno sincopado.


Crónica de un desvelo

… y la ausencia de palabras congruentes.

He manchado mi nombre

con la letanía, padre vuestro futuro,

de la sombra al ícono quebranto

de aguas mudas y sordas.

. . .

Un abismo venidero que me cierra los ojos

en la lentitud desgajada, bocas proféticas;

pasos ensordecidos por la oración profana

de nuestro padre venidero,

en el infinito geométrico

del caos al abismo

y de la desgracia a la fe

de un libro antiguo y nuevo.

. . .

 -Dios te bendiga en el mar de Anaqueronte-

De nuestro nombre

no queda nada;

solo la monotonía

de voces y murmullos

en un retrato de sepelios.

Tiendo mis brazos al mejor postor,

tiendo mi cuerpo con una capa de madera

y clavos pergaminos en una historia

no contada como la mítica profecía

de ángeles caídos.

. . .

-No lo sé, he manchado mis manos

al apostarme en esta estrella errante

que llaman luz divina.


Frente al espejo

Frente al espejo de nuestro silencio

dejo que tu figura sea una danza de terrores

de lo opuesto así mismo.

Dejar la simetría, vaina y esfera

en el sexo pletórico, infinito Teseo

de un deseo que se quema al sincopado

de velas y silentes escritos.

Frente al espejo de nuestro silencio

dejo de existir con la conmiseración

de tu elixir ajenjo, 

la vertiginosa comisura de tus labios

para luego, apostarme en palabras

absolutas y la comunión del propio ser.

Frente al espejo de nuestro silencio

se irrumpe la nada con la  mortaja

de besos escarlatas,

al horizonte fauno en espiral infinito,

 nuestros cuerpos ensimismados

ante una letra diáfana.

.      .      .

 La caída de nuestras manos

que se aferran a las espinas

del querubín hermano.

De frente a tu sombra

al fantasma de nuestra esencia,

la que el tiempo ha castigado

en los inframundos de un espejo,

del  tedio  panteón de dádivas,

dejo que mis palabras

ya no te invoquen en el secreto

de una sombra y  fuegos  faustos,

porque no queda nada

frente al espejo de un cuerpo,

de letras y párrafos que aún no escribo.


Esencia benevolente

Buscando tu esencia en un santuario de sombras,

la quimera de tu cuerpo y la mortaja de mi silencio…

Buscando en los sepelios los restos de mi nombre,

arrancándome las venas por dádivas benditas

o la pérdida de tu amor en un silencio beneplácito.

Seguiré buscando mis palabras en la sombra de tu partida.

En el eterno retorno de un amor a mordidas,

 penas con gloria de aguas benditas.

Seguiré reclamando la vieja esencia benevolente,

la nomenclatura de arcano y papel.

Exiliado o desterrado:

esencia benevolente de encontrarte

en las heridas de un infierno silente.


Je suis désolé

Son tus palabras un rencor viejo.

La esencia moribunda,

nostalgia pretenciosa,

a la que llamo,

siniestra opacidad de aguas sordas.

Es tu boca contraria a la luna,

es obra inacabada,

el sueño pervertido de lo que creías ser:

un inferior testamento de decretos

surcando voces de mi desprecio.

Gloria y esplendor

en el dominio de una musa

coronada en obras muertas y animales silvestres

cuando surcan océanos de palabras estridentes. 

Todo está dado. 

Mira y escúchame en el olvido,

escúchame en las lisonjas de estas letras

y en tu conciencia aguárdame con un grito de aguas muertas.

No me pidas un aterciopelado susurro 

en la vastedad de esta tierra

y por encima de los cielos.

Son mis gritos convalecientes en el desprecio 

de estas nuevas letras

que se arman de falsedad

cada vez que la tarde juega con mi conciencia

y una oración en la herida 

a la que cuidas con aguas sordas.

Eduardo Flores


Caos y principio

En el principio de las cosas,

el caos era palabra en ecos;

media hora para cerrar el crepúsculo 

con las vestimentas ajenas

y un haz de aguas martirizadas.

En el principio, dos caminos,

los que siembran sus palabras a una vida de cosecha

y los que huyeron con los tejedores de sueños.

Aquellos señores del mundo 

0 la presencia de Baco ensangrentado.

Ser como el  provechoso hombre

que aletarga su vocabulario

a la observación del juez escribano.

Ser como el decreto a los cuatro puntos universales.

Engendrado no creado

en la acción de palabras,

copas al aire porque los enemigos

se apropian del escudo caballero

por la ira de un dormido.

 

Seguir los reinos del escribano,

la tinta y los rayos lastimeros del Sol;

ponerlos en balanza, al infinito entre los  dedos

y las palabras desarticuladas

de  impropias leyes sarcásticas

Hemos de sentarnos en los cielos

para que nuestras palabras 

sean acobijo de los parados.

 

Eduardo Flores