Preludio

«Dejar que los fantasmas nos hablen

detrás de las sombras y los espejos rotos»


Tengo una deuda (I)

Hoy me dedicaré a escribir, tengo una deuda con mi yo interno.

  • Tengo tu presencia en el deletreo de un poema y tengo tu cuerpo en los párrafos de una novela que no quiero darle fin.
  • Tengo una deuda con mi soledad y hasta que el silencio me aterre, dejaré que mis palabras sean un martirio para un vino y estos cigarros de olvido.

Tengo una deuda

Tengo una deuda con Dios.

Sacaremos los imposibles recuerdos

y que los pecados sean los que reclamen mi cuerpo moribundo.

Tengo una deuda con el maligno.

Derrotaremos las plegarias en versos malditos

y la soga al cuello

con los duende malditos

de un infierno sincopado.


El espejo de piedra

De los terrores que se manifiestan en el alma,

arcano secreto ha de fluir por la conmiseración

de un duelo, una flor y la espada de Aleph.

De la sapiensa y los inframundos,

la trémula noche invoca el alma de Erink.

. . .

La manifestación de un orgullo, la de Asdrúval

y sus ojos como su aliento robado por un beso;

de los terrores y el amor derrotado,

abriendo las puertas de su exilio ha llegado.


Somos un gemido

Somos un gemido en espacios vacíos,

somos susurro en bienaventuradas palabras.

Somos palabras hablando de clavos y maderas…

. . .

Somos la idealización de una oración buena.

Oración que tarde o temprano

tendrá que reescribirse

porque hay sangre con bocas

que atormentan la tinta y el papel

de algún ignorante.

. . .

Somos la escribana prudencia olvidada.

Somos héroes trágicos de aquella novela

a la que Fuentes menosprecia

como enciclopedia empolvada.

. . .

Divino Borges, Fuentes y Rulfo,

 gemido olvidado

con letras de trágica prudencia literaria.

. . .


El olvido

Somos el olvido Borgiano.

Cuando la historia pesa como clavos y madera,

como rosas en noviembre.

. . .

Somos el olvido de ángeles caídos.

Es letra primera de un alfabeto

al que Dios le da la vuelta

porque resuelve sus dudas.

. . .

Somos el vicio de una madre

que añora por sus hijos perdidos

en una guerra de oraciones

y manjares prostitutas.

. . .

Somos la espada guardada

y el temblor de un Rey

 ante los estándares

de un escudo sin nobleza.

. . .

Somos nada,

un vacío lleno de palabrerías

que dicen mis oraciones

al alzar los ojos, cuando el viento 

se ha llevado mi olvido.


Letras de sangre

Me imploro al viejo escribano.

Me imploro a la tertulia de muertos,

querubines y ángeles derrotados

por la espada que ataca por la espalda.

Me imploro a las letras manchadas

por el dolor y la ausencia de nombres.

. . .

Me imploro a las bibliotecas enajenantes

donde Borges manipuló

al antojo descriptivo y quimérico,

 muertos sincopados,

muerto inversos…

Estamos hechos para seguir sombras;

estamos hechos para borrarnos de los espejos:

 velos enigmático de un alfabeto entre 0 y 1.

. . .

Estamos renaciendo en un preámbulo

de puertas y ventanas entreabiertas;

devenga infierno errante,

al puño y letra temblorosa

de un Fuentes sin carne

cerca del parnaso celeste.

Dejar que las gotas suturen la poca

tierra de este pantano al que llamamos

reino infernal.

. . .

Dejar que mis letras

me depuren tras una cripta,

vinagre combinado de letras menospreciada.

. . .

Dejar que mis letras sean sangre

de vagabundo ante la oración

de una voz que susurra

sombras y espejos.


Crónica de un desvelo

… y la ausencia de palabras congruentes.

He manchado mi nombre

con la letanía, padre vuestro futuro,

de la sombra al ícono quebranto

de aguas mudas y sordas.

. . .

Un abismo venidero que me cierra los ojos

en la lentitud desgajada, bocas proféticas;

pasos ensordecidos por la oración profana

de nuestro padre venidero,

en el infinito geométrico

del caos al abismo

y de la desgracia a la fe

de un libro antiguo y nuevo.

. . .

 -Dios te bendiga en el mar de Anaqueronte-

De nuestro nombre

no queda nada;

solo la monotonía

de voces y murmullos

en un retrato de sepelios.

Tiendo mis brazos al mejor postor,

tiendo mi cuerpo con una capa de madera

y clavos pergaminos en una historia

no contada como la mítica profecía

de ángeles caídos.

. . .

-No lo sé, he manchado mis manos

al apostarme en esta estrella errante

que llaman luz divina.


Persiguiendo sombras

De la sombra arcano,

inframundo en letras,

abismo de tu nombre.

. . .

De la serene espada clavada en mi costado,

perene padre efímero apostado

en las rosas de un jardín infinito.

. . .

Hoy me rindo de las letras y de los versos.

Hoy he de colgar la soga de poemas sin sentido,

dando  inicio la metaforización de la luna llena.

. . .

No quedan lamentos,

solo ojos clavados en una metáfora de Abraxas…

¡Maldita tu blasfemia!

he recuperado los dolores del alma.

Cuelga péndulo entre líneas de un dios enajenado;

tarde o temprano deviene la partida al infierno.


Sombras…

Desvanecerse en el vino de una promesa,

y desplomarse en el sexo

de cuerpos taciturnos

ante el frío de  labios

y seres que nos protegen

de una indiferencia ante el pecado.

. . .

(incompleto)


Infiernos…

  • Bajo el terciopelo de un poema, la delicia de poseer tu espíritu en la comisura de tu sexo pletórico.
  • Es hora de cerrar puertas, echarme la tierra y largarse de este cementerio porque los demonios danzarán la pérfida idolatría de una muerte quejumbrosa.
  • En tus brazos quiero morir, que tus manos sean la que claven la daga final y termine con este infierno de huérfano universal.
  • Quiero apostarme en los brazos de una princesa. Quiero que sus labios sean lo primero que devenga cuando  parta al infierno…
  • Bajo el terciopelo de un poema, la delicia de poseer tu espíritu en la comisura de tus besos insanos.
  • En las alas de un demonio, entre los besos paganos de una reina oscura; me lanzo al vacío de cuchillos y sombras enajenantes.