De la sombra arcano,
inframundo en letras,
abismo de tu nombre.
. . .
De la serene espada clavada en mi costado,
perene padre efímero apostado
en las rosas de un jardín infinito.
. . .
Hoy me rindo de las letras y de los versos.
Hoy he de colgar la soga de poemas sin sentido,
dando inicio la metaforización de la luna llena.
. . .
No quedan lamentos,
solo ojos clavados en una metáfora de Abraxas…
¡Maldita tu blasfemia!
he recuperado los dolores del alma.
Cuelga péndulo entre líneas de un dios enajenado;
tarde o temprano deviene la partida al infierno.
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